Museotik Historias
Un mar de lino. La unión de dos territorios
El cultivo y la recogida del lino y la confección de ropas y paños con sus fibras están arraigadas a la historia del caserío vasco, pero su importancia trasciende el mundo del campo y se convierte en una materia que servirá para unir territorios de diferentes latitudes.
El cultivo y el trabajo de esta planta estaba estrechamente relacionado con el trabajo femenino y el entorno de la comunidad. El padre dejaba una parcela de terreno para que lo cultivara la mujer, que lo podía trabajar durante 11 años, siendo ella la responsable de todo el largo proceso de elaboración de la tela de lino. Una vez seca la planta se recolectaba y con un peine metálico se separaba la simiente del tallo, que se remojaba durante unos 15 días y después se secaba; a continuación, se golpeaba con la maza o se usaba la agramadera para separar el tallo de la fibra, y finalmente se hilaba con la rueca para confeccionar paños, camisas, calcetines y prendas rituales como los sudarios.
Estos productos se trasladaban a lomos de mulas por el interior del territorio y eran vendidos por los comerciantes en Castilla y Aragón, y viajaban en barco a América, adquiriendo a lo largo del siglo XVI una fama importante por su calidad, llegando a competir con los paños ingleses o franceses.
Esta red comercial no se limitaba únicamente a la venta del producto confeccionado sino también al tráfico de la simiente de lino, que llegaba desde Portugal a los puertos de Deba y Donostia. Al año llegaban 4-5 carabelas con entre 12000 y 20000 sacos de lino que posteriormente eran llevados a los caseríos para ser vendidos. Uno de los comerciantes que trabajaba como intermediario fue el donostiarra Francisco de Beroiz, quien controlaba la compraventa de esta semilla.
La importancia de esta planta y de sus productos la podemos encontrar también en las camisas o pantalones que usaban los balleneros vascos en Canadá. Los restos de ropa hallados en el sitio arqueológico de Red Bay, en Canadá, nos indican que la vestimenta estaba realizada con ropa de lino. Y con el tiempo tuvo otros usos, en el siglo XVIII el lino fue usado para hacer pasta de papel con la que se realizaban los naipes.
Desde los siglos XV y XVI el lino fue un elemento importante en la economía de los caseríos y especialmente para las mujeres, ya que les permitía ser autosuficientes. En los caseríos, desde los 10 años, las niñas aprendían a cultivarlo y transformarlo y se ocupaban también de su venta. Fue un sector económico muy próspero hasta principios el siglo XX, que con la llegada de la industrialización y el algodón desapareció.
Pero el lino no es el único producto que ha realizado un viaje a la costa o de la costa al interior. La grasa de la ballena, la sidra, y el maíz han sido otros de los productos con los que se comerciaba. La grasa de la ballena ha sido un producto esencial para iluminar las casas, pero el maíz y su hoja han tenido un uso más desconocido para el público en general. Su perfolla o maluta, la hoja que rodeaba la mazorca se usaba para realizar los aparejos de pesca y se empleaba como reclamo para los peces.
EXPLORA LAS COLECCIONES
Hilanderas y tejedores (parte inferior)
Museo de Bellas Artes de Álava
Linum
Museo Marítimo Vasco
Cardadora
Gordailua. Centro de colecciones patrimoniales de Gipuzkoa