Museotik Historias
Las mujeres y el mar
A través de las colecciones que albergan los museos vascos se puede recordar el papel que las mujeres ejercieron en el desarrollo económico, social y familiar por medio de su trabajo a lo largo de la historia. Hay numerosas obras en las que los artistas reflejaron la vida cotidiana de las mujeres.
La participación de las mujeres, en las actividades vinculadas al mar, ha sido mucho más relevante de la que habitualmente se les atribuye; más allá de su desde su labor en la reparación de redes o aparejos, o en la venta del pescado, desempeñaron otras tareas mucho menos conocidas como la gestión de barcos y tripulaciones o su desempeño como armadoras.
Aunque sin duda alguna, la venta de pescado fue una de las más destacadas. Una vez que el pescado llegaba a los puertos a bordo de las embarcaciones, las mujeres se ocupaban de recogerlo para posteriormente comercializarlo.
El Museo de Bellas Artes de Álava conserva una pintura de Ignacio Díaz de Olano en la que aparecen tres mujeres esperando el regreso de los pescadores en el puerto de Mutriku. Junto a ellas las grandes cestas en las que transportaban la mercancía.
Las características del producto exigen que su distribución se realice de un modo ágil y dinámico. Es aquí donde intervienen mujeres vinculadas al mundo del mar, las sardineras, mujeres que adquirían pescado a la llegada de los barcos a puerto para después acudir a los lugares de venta que fijaban de un modo estratégico.
Dario de Regoyos realiza en 1897 un álbum de 15 litografías sobre escenas de la vida cotidiana vasca, en la que retrata varias sardineras con sus cestas de pescado por las calles de Hondarribia. Estas mujeres contaban con habilidades estratégicas para optimizar su labor.
Utilizaban el regateo y la picardía para obtener un buen precio tanto en la compra del género como en la posterior venta al cliente.
En este otro lienzo, se muestra a una mujer que transporta el cesto de pescado sobre su cabeza. Le acompaña un niño que posiblemente sea su hijo.
Y el siguiente óleo refleja una pareja de pescadores ante el paisaje de la playa vizcaína de Laga. Tras el hombre vestido con kaiku y txapela, se presenta una mujer joven, de perfil, y con la característica cesta de pescado en la cabeza.
Un oficio relacionado con el mar y de tradición femenina era el de las bateleras y las sirgeras. Las bateleras llevaban en sus barcas diferentes cargas y ayudaban a los barcos a entrar a puerto. Normalmente eran conducidas por tres mujeres. Las de Pasaia fueron muy populares e incluso participaron en transporte de soldados o munición en la Guerra de la Independencia.
El trabajo de las sirgueras era extremadamente duro: remolcaban las embarcaciones con la única ayuda de una cuerda, de una sirga, y su propia fuerza. Una labor penosa, muy dura, de la que se encargaban ellas porque resultaban más baratas que los bueyes.
Las tareas artesanales de salazón y conserva del pescado correspondían, también, al ámbito femenino. La expansión de las empresas conserveras a partir de la segunda mitad del siglo XIX, ayudó a mejorar la condición social de las poblaciones pesqueras al aumentar la oferta de trabajo para las mujeres e hijas de los arrantzales. Ignacio Díaz de Olano retrata a una mujer de aspecto fuerte en una fábrica de salazón junto a los cestos de sardinas y de sal; tras ella, otras mujeres realizan esta labor conservera.
Díaz Ruiz de Olano, Ignacio - Hacia 1930-1934
Fábrica de salazón o SardineraEsta otra fotografía de mediados del siglo XX que se conserva en el Itsas Museoa muestra un grupo de mujeres preparando anchoas en salmuera bajo los soportales de las casas de pescadores en el puerto de San Sebastián.
La pintura La Escabechería, de Inocencio García Asarta muestra el contraste entre las duras condiciones laborales de la fábrica y la maternidad. Presenta el interior de una fábrica de escabechado de pescado en la que trabajan seis mujeres, mientras una séptima, amamanta a un niño. Es de destacar la naturalidad de los gestos, así como la recreación del ambiente de humedad y salitre del local.
Por último, las rederas se encargaban de la restauración de los aparejos de pesca empleados en los barcos y también de la elaboración de redes nuevas, oficio que se transmitía de generación en generación.
La fotografía de Sigfido Koch Arruti conservada en el Museo San Telmo presenta un grupo de mujeres sentadas sobre las redes que están reparando.
Está claro que el papel de las mujeres en la economía marítima ha sido sumamente relevante pero, tal y como se refleja en esta selección de obras, la visibilización y reconocimiento de su labor ha quedado limitada a unos pocos oficios.
Así se recoge en una publicación de 2016 del Itsas Museoa: "Hasta tiempos recientes la perspectiva androcéntrica predominante en los estudios marítimos ha relegado a las mujeres a un segundo plano, caracterizando sus funciones como de mero complemento de las desempeñadas por los hombres.
El trabajo femenino ha sido fundamental en el ámbito portuario y pesquero. Mientras las bateleras, las sirgueras y las cargueras trabajaban a destajo en los puertos, en las comunidades pesqueras las mujeres efectuaban labores muy diversas: marisqueo, mantenimiento de las artes de pesca, labores de descarga, subasta y venta de pescado, trabajo manual en las fábricas de conserva, etc. A estos trabajos se añadía el cuidado de sus casas, sus familias y su economía".
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Esperando las lanchas
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