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Museotik Historias

Tintero de Zubieta

El Museo de San Telmo de Donostia, custodia entre sus fondos un objeto de especial importancia para la ciudad, por haber sido testigo de uno de los momentos más importantes de su historia.

Se trata del Tintero de Zubieta, realizado en madera negra con tapa rematada por un águila y que fue utilizado en 1813 en la firma de las Actas de Zubieta.

Estos documentos dan cuenta de las reuniones espontáneas mantenidas en el Caserío Aizpurua del barrio de Zubieta entre un grupo de ciudadanos tras el saqueo y la quema de la ciudad el 31 de agosto de 1813. El 8 de septiembre se dieron cita en este caserío, procedentes de las localidades cercanas, varias personalidades y vecinos notables de la ciudad que habían huido provisionalmente con sus familias. Ante el asombro de la catástrofe presenciada, se comprometieron a rememorar lo ocurrido, y a poner todos los medios para repoblar, reedificar la ciudad y conseguir del gobierno la creación del Ayuntamiento que reuniera la voz, representación y derechos de todos los vecinos. El tintero, realizado en madera negra con tapa rematada por un águila, representa el reconocimiento al esfuerzo y compromiso de aquellos ciudadanos que hicieron posible dejar atrás las terribles consecuencias de la ocupación y que sin duda contribuyeron al futuro de la ciudad.

Pero el saqueo y la quema de San Sebastián no fue la única batalla liberada entre las tropas napoleónicas que defendía la figura de José Bonaparte y un conglomerado de tropas españolas, británicas y portuguesas al mando de Arthur Wellesley, el futuro duque de Wellington.

Una de las más emblemáticas, y que facilitaron la expulsión definitiva de los franceses de la Península Ibérica, fue la Batalla de Vitoria librada el 21 de junio de 1813. Consumada la victoria, el general Álava tomó una unidad de caballería británica y penetró en su ciudad natal evitando que vencedores y vencidos realizaran saqueos en la ciudad, como sí harían posteriormente en San Sebastián Aún así, miles de soldados se lanzaron sobre el cuantioso botín que los franceses iban dejando en su huida: oro, plata, joyas, sedas, obras de arte, etc. Los británicos abandonaron toda persecución de los franceses y se entregaron al reparto del botín, lo que irritó a Wellington, quien escribió: "The British soldier is the scum of the earth, enlisted for drink". El saqueo supuso que los franceses, a pesar de sufrir 10 000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros, pudieran escapar para luchar otro día.