EU  |  ES  |  EN  |  FR  | 

Museotik Historias

Carnaval

Los carnavales son una de las fiestas más queridas, y los disfraces visten las calles con color, alegría y diversión. Muchos historiadores consideran que el carnaval tiene su origen en los antiguos cultos paganos: se relaciona con el cambio de las estaciones, la llegada de la primavera o el momento de recoger la cosecha. Otras fuentes lo relacionan con las culturas de Grecia y Roma, con las bacanales o las saturnales, respectivamente. De hecho, en Grecia todo el pueblo participaba en las procesiones y representaciones teatrales de las bacanales. Y en las saturnales se permitían conductas que normalmente estaban prohibidas, olvidando la distinción de las clases sociales y celebrando las fiestas juntos. También se elegía un príncipe, a semejanza de los reyes y reinas de muchos carnavales actuales.

Durante la Edad Media, la Iglesia Católica adoptó fiestas paganas dentro de su propia liturgia. Poco a poco impusieron la religión cristiana, y las tradiciones más antiguas fueron desapareciendo. El carnaval tenía lugar antes de la cuaresma, periodo de abstinencia en el que los creyentes debían cultivar su espiritualidad y privarse de cualquier placer humano que estuviera relacionado, sobre todo, con la carne. De ahí el nombre de la fiesta con origen en la expresión "carnem levare" (quitar la carne). Días antes del comienzo de la cuaresma tenía lugar una celebración en la que todo estaba permitido y la gente se disfrazaba o se cubría el rostro para permanecer en el anonimato.

La fecha de las fiestas de carnaval no es fija, se establecen en función de la Cuaresma y la Pascua del calendario litúrgico cristiano. Se inician el jueves de la semana anterior a la Cuaresma y se prolongan hasta la víspera del Miércoles de Ceniza que da inicio a la Cuaresma, es decir, hasta el martes gordo. Antiguamente el año se dividía en ciclos de luna y media, cada uno de los cuales tenía aproximadamente 40 días. Así, entre Navidad y el día de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero, hay 40 días, y por eso los carnavales más populares de aquí, los de Zubieta e Ituren, se celebran el primer lunes y martes después del último domingo de enero. La Cuaresma es otro ciclo de 40 días.

Las principales características de los carnavales en las ciudades son el disfraz, la música, el baile y las carrozas. Las referencias más antiguas al Carnaval de Donostia son de finales del siglo XVI y la primera descripción de una cabalgata donostiarra es de 1659, la describe el abate Montreuil en una carta dirigida a la señora Hautefort. En 1748 el padre José Francisco de Isla durante un sermón habló del "frenesí de los donostiarras en los días de carnaval y lo equiparó a las fiestas paganas en honor a Baco". A principios del siglo XIX el carnaval se formaba con grupos de estudiantes, amigos y gremios artesanos y contaba con melodías propias. En 1924 este festejo se restringe a convites de carácter privado, debido al decreto de prohibición del juego y con ello a la tolerancia de la celebración del carnaval en las calles. En 1978 el Centro de Atracción y Turismo, junto con sociedades populares y grupos de tiempo libre recuperaron la tradición. Cada año, este desfile de color y extravagancia logra que los vecinos de los distintos barrios de la ciudad disfruten de esta fiesta vistiendo originales trajes y contemplando las coreografías de las tradicionales comparsas que llenan de fiesta a la capital guipuzcoana durante varios días.

A lo largo de la historia existen muchas referencias al carnaval de Bilbao que se celebraba en contra de las creencias religiosas. A mediados del siglo XVI existían comparsas que cantaban coplillas por las calles, gastaban bromas, y que gozaron de gran importancia durante los siglos XVIII y XIX. La prohibición durante el franquismo no consiguió acabar con ellos, que resurgieron con fuerza en 1978 utilizando los antiguos recorridos procesionales de la villa.

Pero los carnavales tradicionales de Euskal Herria están relacionados con la llamada al despertar de la tierra haciendo ruido, es decir, con el inicio de la primavera. Éstos tienen un marco de acción más amplio: gastar bromas, hacer ruido, echar agua y harina, golpear con globos y palos, pedir puerta a puerta... y los disfraces tiene como objetivo ocultar totalmente la identidad, dejando las acciones en el anonimato.

Uno de los carnavales rurales más populares es el de Lanz, que en la actualidad es considerado Bien de Interés Cultural de Navarra. El Museo Vasco de Bilbao custodia un muñeco que reproduce un hombre con los brazos en cruz. Se trata de la representación de Miel Otxin, uno de los bandidos más temidos por los vecinos de la localidad. Durante los días del carnaval, se le pasea a la espalda de un hombre por las calles de Lanz, evocando su captura y ajusticiamiento para ser finalmente quemado en la hoguera. Varias de estas secuencias se pueden ver en la colección de fotografías que se guardan en el Museo San Telmo y que realizó el donostiarra Sigfrido Koch a finales del Siglo XX.

Además, estos disfraces se usan año tras año y muchas veces, pasan de generación en generación, como este disfraz que guarda el Museo Vasco. Lo que está claro es que en los carnavales, a diferencia de otras fiestas, el humor, la parodia y la sátira son las protagonistas.

EXPLORA LAS COLECCIONES

Festín burlesco

Festín burlesco

Museo de Bellas Artes de Bilbao

Sin título

Sin título

Museo de Arte Sacro de Bilbao

Saturno

Saturno

Museo de Reproducciones Artísticas de Bilbao